viernes, julio 01, 2005

A tres...

Quieres darme un nombre
quizá un papel,
bajo tu atractivo disfraz
de controlador de nada
y sobre tu ropa interior
M. emerge...
milagrosamente otras sensaciones.
De pronto
salta hecha añicos
tu condición de gay...
ayudado quizá por la explosión de M.
que parece estar dotada
de un agresivo uniforme
traspasador de Muros.
Y, siguiendo las instrucciones
dictadas por la pasión,
confundiendo más a G.
A las 22 horas y 13 minutos
G. pierde sus lentes ficticios
en la Isla del Tesoro.
Si lo interior concuerda con la realidad
las lentes de G. serán halladas
posteriormente por la diligente M.
en la calle del Oso.
G. correrá, buscará refugio
cuando comience el tiroteo,
mas la intención de M. es rematarlo,
que se balancee peligrosamente.
Nadie es tan apto para la comunicación
como M., I. y G.
todos ellos, los tres
saben decir:
te quiero, te quiero.
Nos vemos en la cueva,
nos encontramos
con la pintura, el arte, la sabana...
La llave está
debajo del felpudo.
Dos entran en acción
un gesto de I.
para otro de M.,
hacen conectar
el sistema eléctrico.
No quieren cerrar el sistema,
falta el tercero, G...
Ahora, los dos
piensan amenudo en G.,
en los labios de G.
en las uñas de G.
esas uñas pintadas de rojo.
Se levanta
la sesión
... ya dictada la sentencia
tres acceden a cumplirla,
besar tres bocas,
decir tres te quiero,
sentir tres pasiones,
renunciar a su género.
El uniforme de M.
se ha llevado
poco a poco
su ceguera.
El pubis de M.
se ha convertido en pregonero:
Hay un único néctar.
Hay una sola leyenda
su salvaje peregrinar por la nada más llena...
Una tiniebla penetra en ellos,
una bajada, tres vidas.
El destino final:
las alcantarillas.

María Alventosa

1 comentario:

Anónimo dijo...

Porfa...mi libro

Cuauhtémoc molina