Ahora que todo se vuelve del color del sol (también las mejillas de Mariluz, mi amada1), piensa mi primo en su viaje de cada verano. Estrafalario, enigmático, entrañable, mi pariente ha descartado la posibilidad del crucero hasta Grecia. Cancún tampoco es una alternativa. Ni la costa. Vía mail, me anuncia que este año vacacionará hacia “dentro”, hacia sí, dándose la vuelta, recorriéndose y haciendo parada y fonda en cada parte de si mismo, a capricho. Y cita, solemne, a Kafka2: “Qué tristemente escaso es el conocimiento de mi mismo comparado, digamos, con el que tengo de mi habitación... No existe una observación del mundo interior como la hay del exterior.” Y así su viaje, en la más absoluta quietud, quizá alcance la cordillera de sus más altos y perdidos pensamientos, el ritmo calmo de sus latidos más dulces, la emoción extraviada de la infancia, la sensación agitada del amor nuevo, el impulso del relámpago en sus miembros detenidos. Y después de ese trayecto peregrino, se propone mi primo visitar el territorio escondido de los otros; no por descifrarlos ni ser intruso, sino por acceder de una cierta y nueva y distinta manera.Yo, por mi parte, le deseo un magnífico viaje.
@Matias Duvalier1 Post de Matías Duvalier: Pasión por Mariluz
2 La mente de par en par. Steven Johnson. Fondo de Cultura Económica.
Creado por Matias Duvalier a las 1:00 del 20-jul-2007
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