Recuerda, cuerpo, no sólo cuándo se te amo,
no sólo los lechos donde te reclinaste,
mas también aquellos deseos que, por ti,
en miradas brillaron claramente
y en la voz se estremecieron-y que un
obstáculo fortuito los frustró.
Ahora que todo se halla en el pasado,
parece casi que a los deseos
aquellos te hubieras entregado-cómo brillaban,
recuerda, en los ojos que te miraban;
cómo en la voz por ti se estremecían, recuerda, cuerpo.
Constantin Cavafis 1918
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