lunes, noviembre 20, 2006

De trenes y estaciones

En algún momento de mi vida,
escuche que me decías:
Esta no es tu estación,
pasa de largo mi vida.
Por esto me marche
quizá no regrese más a la Ferocidad
de la que ya no soy testigo.
Así desde la simpleza
de mí desoída voz de mujer
fui lanzada hacia otra dirección
el tren no paro y
la ruta de la arquitectura negra
queda en pasado para mí.
En Guadalajara te viví, me sentiste,
y en el trágico instante
que tocas la tierra con tu lanza
me escapo y me dejas.
Ahora me abro,
tus silencios me cierran,
el tren y yo sabemos que te vas
tocando mis labios que también huyen,
que más da si ya tengo el dulzor de tu boca,
que en tu espejo, mi rostro no este.
En la parada de Humares,
descubro que el billete era de ida
y la tristeza se convierte en miel
y he aquí que nadie come de ella
pero todos la perciben,
asiento, me rió…
Adiós, Carlos
tu trayecto se distancia del mió
tus estaciones ya son ajenas para mí,
sin posibilidad de dialogo
nada más puedo ser,
paso de largo vida mía.
Respeto tu decisión aunque me pese
escucho mi silencio en ti
hago tu silencio mió
solo me resta escribir TQM


María Alventosa Talens
Madrid 27 de agosto de 2006

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hacia tiempo que no ingresabas nada,

esta bien que lo hagas,

Algunas personas disfrutamos tu lectura.

Anónimo dijo...

¿Por qué será que cuando hablamos de amor ponemos como ejemplo los trenes?... El último tren, trenes que se cruzan, ese tren ya pasó...

Me alegro que estés bien ¡Ánimo, Maria!

Besos. Natalia