viernes, septiembre 23, 2005

Dualidad anhelada...

Dualidad anhelada...

El único amante a quien siempre ama
la enajena...
El único hombre ante el que decrece...
la destruye.
La oscuridad anega su senda compartida,
transmutando en herida silenciosa.
Ante el pánico,
dualidad
que asfixia su intención.
Está cansada
a punto de ceder,
hace mucho tiempo
que la muerte la observa.
Él,
el hombre,
duerme.
No hay nada
que perturbe sus sueños,
estaba prevenido.
Ella misma
le dio las instrucciones
para usarla.
Los fantasmas abordan la mente
de la que siempre lo ama,
bebiendo del desastre
y en silencio.
Ahora llueve,
afuera y adentro.

María Alventosa
Valencia 17 de Septiembre de 2005

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